Pues sí, el título de este post no se queda corto... bueno, sí, porque lleva un glaseado que quita el hipo.
Os voy a dar una receta que es un triunfo absoluto, además, como os he contado en otros post, es una forma de que no pierda la receta, porque la tengo apuntada en un papel pequeño, que un día se me perderá y me dará un disgusto... Así lo evitamos.
Eso sí, os tiene que gustar el limón en los bizcochos, porque este lleva y mucho, lo que le aporta un sabor increíble, pero a la vez frescura.
Es un bizcocho muy, muy tierno, y además jugoso.
Vamos al lío.
INGREDIENTES:
200 gr. de harina
16gr. de levadura tipo Royal (polvo leudante)
2 huevos L
pizca de sal
Ralladura de 1 limón
zumo de 1/2 limón
100 gr. de aceite de girasol
220 gr. azúcar blanquilla
150 gr. de buttermilk (140gr.leche+10gr.zumo de limón)
Glaseado:
100gr. de azúcar glass
20gr. de zumo de limón
ralladura de 1/2 limón
Lo primero de todo es preparar el buttermilk. Ya sabéis ponéis la leche en un vaso, añadís el zumo de limón y lo dejáis reposar.
Encendemos el horno a 170-180ºC.
Ponemos los huevos y el azúcar en nuestra batidora, y con las varillas, batimos hasta que nos quede una crema blanca, y que ha doblado el tamaño.
Mientras, tamizamos la harina, sal y la levadura, y reservamos.
Bajamos la velocidad de la batidora, y añadimos en un chorro el aceite, al que habremos añadido la ralladura del limón. Volvemos a subir la velocidad de la batidora, y mezclamos bien.
Paramos y cambiamos las varillas, por la pala, porque ya no queremos meter más aire a la mezcla.
Con la batidora a media potencia, echamos la mitad de la harina, la mitad del buttermilk, el resto de la harina, y el resto del buttermilk. Y el zumo del 1/2 limón. Cuando veamos que está bien mezclado, apagamos.
Este último mezclado se puede hacer a mano, con una lengua de silicona.
Echamos la mezcla en nuestro molde. En este caso redondo de 24cm. desmontable. Al que le he puesto un papel de cocina en el fondo, y lo he aceitado bien, base y laterales con ayuda de una brocha.
Y lo metemos al horno unos 35-40 minutos.
Comprobamos que está hecho, pinchando con un palillo en el centro y que salga limpio.
Sacamos del horno, y a los 10 minutos lo desmoldamos con cuidado y lo dejamos enfriar encima de una rejilla.
Mientras se enfría podemos hacer el glaseado.
Es tan sencillo como mezclar el azúcar glass, el zumo de limón y la ralladura con la ayuda de un tenedor.
Hay que tener la precaución de tamizar el azúcar, así se evitan los grumos.
Se lo echaremos por encima al bizcocho cuando esté templado.
No os puedo enseñar el corte, porque lo hice para llevar y nos los comimos todito.
Por cierto, que lo llevé en este transportín que tengo
Creo que lo compré en Lidl o en Aldi, y es una de las mejores compras que he hecho.
Transportas la tarta y llega intacta.
¡Espero que os guste la receta!
Y si la hacéis, compartidla conmigo en cualquiera de las redes sociales
Facebook,
Instagram o
Twitter, me encantará saber que opináis de ella.
Besos